Héroe de la semana:
Nacho Guerreros: Entre la verdad, el oficio y las máscaras del teatro

Nacho Guerreros es uno de esos intérpretes cuya presencia atraviesa generaciones: para muchos es Coque, para otros es un referente del teatro contemporáneo, y para otros tantos, un productor que ha apostado por arriesgar cuando el oficio invita a lo contrario. Su carrera, marcada por una mezcla de tesón, vulnerabilidad y lucidez, ofrece una mirada poco frecuente en un sector donde lo personal y lo profesional se cruzan de forma inevitable.
En esta entrevista, Guerreros habla con una honestidad casi desarmante. Reflexiona sobre los mitos que lo rodean, sobre la crudeza de la profesión, sobre los silencios que dicen más que las palabras, y sobre el precio — y las recompensas — de construir una carrera propia sin renunciar a la integridad. También se permite recordar lo que permanece: la educación, la provincia, la mirada limpia del comienzo.
— Empecemos sin rodeos: ese momento en 2002, cuando tu familia ganó «El Gordo» y tu vida dio un giro. ¿Fue una oportunidad o una prueba? ¿Cómo cambió tu sentido de la responsabilidad contigo mismo, con tu familia y con tu ciudad?
Esto ya lo desmitifiqué en varias entrevistas. Lo único que pedí a mis padres fue un préstamo para comprar los derechos de «BENT» de Martin Sherman y se convirtió en un éxito que me llevó a entrar en el mercado. Les debo mucho, pero no significa que yo decidiera convertirme en actor porque ya lo era.
— ¿Cómo describirías al joven Nacho que dejó Calahorra para probar suerte en Madrid? ¿Qué costumbre o creencia de aquel chico sigue viva en ti hoy?
Tenía 21 años y por aquel entonces yo me veía muy mayor y muy responsable. Era una mezcla de inocencia y tesón; esto último persiste en mí. Soy testarudo y sé esperar el momento.
— Muchos artistas dicen que hay una escena o una obra que los «rompió» o los «hizo». ¿Cuál fue para ti ese punto de no retorno en tu carrera teatral o televisiva?
Sin duda, la obra de teatro BENT que dirigió mi maestra Gina Piccirilli.
— Tu personaje de Coque se ha convertido en un fenómeno cultural. ¿Con qué frecuencia percibes las expectativas del público y cuándo decides ir conscientemente en contra de ellas para sorprender?
Intento construir una carrera paralela a Coque, sobre todo en el teatro en donde siempre me gusta asumir retos.
— Imagina que te proponen representar una escena biográfica tuya, pero en clave de terror. ¿Qué momento de tu vida elegirías y por qué crees que podría asustar al espectador?
Tengo que viajar mucho en el tiempo. Es cuando descubrí que en este oficio hay grandes malvados. Fue como dejar de creer en los Reyes. Fue una decepción saber que en este oficio nada es lo que parece y que ese disfraz de solidarios que llevan puesto algunos, es un disfraz falso.
— Eres actor, pero también productor. Dime un proyecto que no aceptarías rodar bajo ningún concepto y explícanos por qué.
De momento, más que descartar proyecto, te descarto personas. Las hay con las que nunca trabajaré bajo ningún concepto.
— ¿Qué es más difícil: encontrar la voz de un personaje o su silencio? ¿Recuerdas un papel en el que el silencio dijera más que las palabras?
Los silencios dicen mucho de los personajes: las miradas, las reacciones… Un buen silencio describe muy bien ciertas situaciones.
— Háblanos del papel más ajeno o incómodo que hayas interpretado — o que te hayan ofrecido —. ¿Qué aprendiste sobre ti mismo en esa experiencia?
El personaje más oscuro lo interpreté en un corto titulado «Sin ti» y recuerdo otro siniestro en el corto «Cariño»; como personajes son un bombón pero no me gustaría nada tenerlos a mi alrededor. No obstante, siempre pienso que yo hago ficción y que la realidad es otra y que yo no tengo nada que ver con los personajes que interpreto.
— En varias entrevistas hablas de la salud mental. ¿Hubo un momento en el que pensaste: «Si no me ocupo de mí mismo, todo — familia, trabajo, arte — se desordena»? ¿Qué te ayudó a reconectar?
Como muchas personas, yo también acudí en su momento a profesionales; siempre he tenido en la vida una actitud positiva y esa decisión me ayudó aún más a tener una perspectiva optimista de la vida.
— Te has tomado en serio el deporte y el bienestar físico. ¿Ha cambiado eso la forma en que eliges o entiendes tus personajes?
No creo que hacer deporte interfiera de manera tan directa en mis personajes, pero un actor debe estar en forma y tiene que tener una armonía en su movimiento y expresión corporal. Eso lo sabe hacer muy bien la escuela rusa de teatro, por ejemplo.
— Nombra tres cosas, aparentemente pequeñas, que te dio tu educación en provincia y que todavía aplicas en tu carrera madrileña.
Tuve una familia unida y feliz, fui educado en amor sin esperar nada a cambio. Lealtad, sencillez y prudencia.
— ¿Has vivido algún dilema moral con periodistas o productores, esos momentos en los que hay que elegir entre la verdad y la cortesía profesional? ¿Cómo sueles resolverlos?
Sí. He vivido. De hecho he sido traicionado por dos personas cercanas en lo profesional, pero creo en el karma.
— ¿Qué «mito falso» sobre ti te gustaría desmentir de una vez por todas, y por qué crees que esa idea persiste?
Que me convertí en actor gracias a la lotería. Es totalmente falso.
— Si pudieras reescribir el final de una escena famosa tuya — de teatro o televisión —, ¿cuál sería y qué cambiarías para el espectador?
Creo que para responder a esa pregunta me queda aún mucho por recorrer. En veinte años te responderé.
— ¿Qué es lo que más te inquieta del trabajo como productor? ¿Hay alguna responsabilidad concreta que te haga dormir peor?
La falta de compromiso de compañeros o compañeras y que cada vez es más difícil encontrar actores o actrices que quieran hacer teatro. Es curioso que luego se quejen del paro y el edadismo, a algunos o algunas les llamas para ofrecerles gira y te dicen que no. Que giras no hacen.
— Cuando eliges a alguien para trabajar con tu productora Rokamboleskas, ¿qué es lo que realmente buscas? ¿Tienes algún criterio no escrito que guíe tu intuición?
Ahora tengo además otra productora que se llama Mister Chaise Longue y lo que me atrae de la gente para trabajar es lo mismo que yo ofrezco: poner las cosas fáciles.
— Cuéntanos sobre el mensaje o carta de un fan que te haya hecho mirar tu propio trabajo con otros ojos.
Es difícil elegir una, pero hace muchos años conocí a un niño llamado Álvaro, este niño ya no está en este mundo y poco antes de partir me regaló un reloj… cuando algo va mal, miro ese reloj y me causa un gran consuelo.
— Has viajado a países donde la gente te conoce por el doblaje o por versiones locales de tus series. ¿Cuál fue la reacción más inesperada o emotiva del público extranjero?
En Bulgaria estuve casi seis horas haciéndome fotos con fans. Me traje de allí decenas de regalos. Nunca lo olvidaré.
— Recuerda una escena o rodaje en el que sentiste una «ira profesional», esas ganas de gritar al director o al compañero. ¿Cómo manejas el conflicto en el set?
Sí. Llevo muy mal la impuntualidad y la desconcentración.
— ¿Cómo equilibras la fama de Coque con tu deseo de ser reconocido como actor teatral y cinematográfico serio?
Coque fue un gran trampolín para darme a conocer al gran público y, lejos de tener miedo al encasillamiento, aproveché la oportunidad para volver a los escenarios fundando mi propia productora. Afortunadamente he conseguido tener una buena carrera teatral sin que el público note que yo soy el actor que interpreta a Coque.
— Si te ofrecieran algo artísticamente poderoso, pero con una condición que no podrías revelar jamás, ¿aceptarías? ¿Por qué sí o por qué no?
Soy intérprete y si firmo un contrato de confidencialidad tendré que atenerme a las consecuencias. De todos modos pienso que los actores no debemos exponernos mucho y guardar con recelo muchas cosas privadas y profesionales. Yo estoy aprendiendo a contar lo justo y necesario.
— Menciona tres proyectos — de distintos formatos: teatro, cine y televisión — que aún no hayas hecho y que representen un verdadero desafío para ti.
Me gustaría hacer un gran musical o teatro en lengua francesa y me encantaría trabajar en un culebrón mexicano y en una película sobre lo que ocurrió en Madrid durante los 80 y la movida.
— Publicamos nuestras galerías de forma abierta y permitimos descargar las fotografías. ¿Qué importancia tiene para ti este tipo de apertura?
En el momento que tus perfiles son públicos y compartes tu material, el que sea, dejas libre su circulación. Por eso es tan importante conservar parcelas con muros inexplorables; la vida privada, a mi parecer, no debe ser compartida.
Photo by Andrey Lukovnikov





















